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sábado, 30 de marzo de 2019

El templo de Dios

2 Corintios 6
14  No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
15  ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
16  ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.
17  Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré,
18  Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

Es importante entender cuál es nuestra posición, quienes somos, y hacia dónde vamos, esta es la libertad de la que Jesús habló cuando dijo: "si el hijo os libertare seréis verdaderamente libres". Dios nos da una oportunidad de acercarnos a Él, sin ser merecedores de su amor, él nos perdona, nos limpia, y nos restaura. La bendición de Dios es gratuita, el no pide nada a cambio, pero hay una demanda de Dios y cumplirla debe ser algo natural, para nosotros, es una consecuencia de su amor.
En el mundo hay dos caminos, no hay Intermedios, en las cosas de Dios es blanco o negro, no hay grises. Esta palabra nos habla del compromiso que hacemos con Dios, y que no puede ser a medias. En las cosas de Dios hay una dualidad, cuando el Creador formó el mundo, dice el Génesis capítulo 1, lo primero que hizo fue "separar la luz de las tinieblas", hay una dualidad, ya en la palabra de Dios estaba la esencia de la tecnología informática basada en números binarios, 0 y 1.
El evangelio, dice: el que cree en el Hijo, será salvo, pero el que no cree en el hijo de Dios será condenado. Cuando tomamos la decisión de seguir a Jesús, tiene que ser firme, por lo tanto debemos estar seguros, no podemos seguir a Cristo sin dejar atrás nuestra antigua vida, cuando Jesús llamó a sus discípulos, la Biblia dice: "y dejándolo todo, lo siguieron".
No hay acuerdo entre la luz y las tinieblas, porque son opuestas, así tampoco hay amistad entre Dios y los ídolos (todo lo que tiene que ver con dioses y fetiches falsos, los ídolos representan demonios). En esta palabra Dios exige fidelidad, y una firme decisión de seguirlo sin mirar atrás, sin tener temor de dejar las cosas del mundo, dejar de amar a este mundo y sus deseos es una demanda de Dios para sus hijos. Abrazar la palabra de Dios para creerla y hacerla implica decidirse, a seguir fielmente a Jesús. El Señor lo declara en Apocalipsis, Jesús resucitado declara: por cuánto no eres ni frío ni caliente, y eres tibio, te vomitaré de mi boca.
No puede existir relación o acuerdo, entre la luz y las tinieblas, si somos templo del Espíritu Santo no podemos tener acuerdo con los ídolos. Si somos hijos de Dios, creyentes en Jesucristo, no podemos tener intimidad con los incrédulos. Es tiempo de que tomes una decisión, que afectará toda tu vida, o sirves al Señor o sirves al dios de este mundo (satanás).
Un ejemplo de alguien, que nunca entendió  y nunca se decidió en su corazón a seguir a Jesús, es Judas. El fue llamado por el Señor, camino con el, vio los milagros de Jesús con sus propios ojos, escuchó la enseñanza del Jesús en primera fila, hablo con Él, vivió con Él. Pero nunca entendió, y su corazón indeciso lo llevó a traicionar al rey de Gloría. Judas es el más claro ejemplo de un creyente tibio, están en medio de la iglesia, pero tienen un pie en el mundo. Dicen amar a Dios pero siguen amando al mundo, y deseando satisfacer los deseos de la carne. No hay caminos intermedios, solo hay dos caminos, uno es Jesús y el otros es el del dios de este mundo, un camino lleva a la vida, el otro lleva a la muerte eterna.
Tenemos que examinarnos a nosotros mismos, para ver si nuestro corazón es recto para con Dios y los hermanos, tenemos que tomar decisiones, y rechazar la tibieza espiritual, tenemos que despojarnos del espíritu de Judas.
Somos templo de Dios, él habita en nosotros, el dice: sed santos porque yo soy Santo.

Ptr. Aldo