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lunes, 8 de septiembre de 2014

El nuevo libro de Marcos Witt prologo de Alberto Mottesi

Este es un libro excepcional y, sin duda, de los mejores libros que ha escrito Marcos Witt. Su probado liderazgo ha hecho que su pluma sea cada vez más aguda, certera y llena de un entendimiento compasivo. En general, estudiar acerca de las características de un pastor o líder es tan importante porque así como sea el líder, así será su grupo de influencia. En el caso del pastor, «sus marcas» se verán en la congregación. Temo que mucho de nuestra cultura hispanoamericana se ha infiltrado en la cultura de la iglesia. Y esto es algo natural, lo entiendo. Pero me preocupa, por ejemplo, el concepto del líder como «cacique» del grupo que preside. Es muy notorio en nuestros países, por ejemplo, la súper f igura del presidente del país. Lo que hoy llamamos «el presidencialismo». Sin embargo, no puedo recordar el nombre de los presidentes de muchos países europeos; en realidad, los más desarrollados son sistemas parlamentarios. Los líderes son como el «coach» (entrenador) de un equipo. Lo importante es el equipo. En el mundo hispano el líder es de «mano dura». Mete su nariz en cada detalle. Se siente dueño de la gente. Y esto es sumamente peligroso porque lo torna, muchas veces de forma inconsciente, en un manipulador. Me gusta mucho que Marcos enfatice el carácter de «padre» en el pastor. Esto es lo que realmente debe ser: un padre que ama, que entiende, que anima, que desafía. La paternidad espiritual es una urgente necesidad en el pueblo de Dios. El pastor no es un conferenciante. El conferenciante informa. El padre forma. Forma vidas, y esto demanda mucha comprensión, ternura, compasión. Menos juicio y más misericordia. El pastor debe saber «partir» el pan de la Palabra. Me encanta la figura de los discípulos camino a Emaús. No habían reconocido a Jesús. Sus ojos «se abrieron» y le reconocieron cuando partió el pan. No es nuestra súper unción en el púlpito y las grandes maravillas que ocurran. Nuestra tarea es revelar a Jesús y que la gente se transforme en Sus seguidores y se conviertan a Su imagen y semejanza. El pastor o líder debe ser alguien que rinda cuentas a otros líderes. El independentismo propio del protestantismo hispano es peligroso. No importando la grandeza del ministerio, todos tenemos que dar cuentas a otros. Tenemos que ser «cartas abiertas». Si un pastor o evangelista o líder no rinde cuentas claras, y esto incluye toda la vida (finanzas, matrimonio, testimonio, etc.), no debe pararse detrás de un púlpito. Su vida personal tiene que ser parte de su mensaje. En fin, hay tanta riqueza en este libro, que me provocó una sonrisa en el alma. Recomiendo altamente los 8 hábitos de los mejores líderes como lectura personal y como material de estudio.
Gracias, Marcos, por este honesto y poderoso esfuerzo literario. Mejores pastores formarán mejores iglesias, y mejores iglesias transformarán naciones.

Alberto H. Mottesi Evangelista

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